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Pronunciamiento PAAC sobre las semillas transgénicas

¡NO, A LAS SEMILLAS TRANSGÉNICAS EN BOLIVIA QUE ATENTAN NUESTRA SOBERANÍA! SOLICITAMOS A LAS AUTORIDADES COMPETENTES LA ABROGACIÓN DEL D.S. No 4232 POR SER INCONSTITUCIONAL, POR ESTAR EN CONTRA DE NUESTROS DERECHOS, GARANTÍAS Y POR ATENTAR AL PATRIMONIO NACIONAL ESTRATÉGICO; ESTABLECIDOS EN NUESTRA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO PLURINACIONAL

El Programa de Asistencia Asistencia Agrobioenergética al Campesino (PAAC), Institución Miembro de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (LIDEMA), al igual que otras instituciones ambientalistas de Bolivia, constantemente hemos estado trabajando, informando y sensibilizando, sobre: la importancia de proteger la vida, la naturaleza y Nuestras semillas nativas que son patrimonio del país y de nuestra soberanía alimentaria.

Sobre el porqué de la prohibición del ingreso y uso de semillas transgénicas que son sinónimo de muerte, con base a razones éticas, morales, técnicas, legales y ambientales. Realizamos foros, talleres y encuentros comunales a nivel nacional junto a comunidades campesinas, pueblos indígenas, instituciones académicas y de investigación, dando a conocer el peligro inminente que significan la introducción de los transgénicos para nuestra biodiversidad y soberanía alimentaria. Junto a las Plataformas Nacionales hemos elevado notas al Ministerio y Viceministerio respectivo del Gobierno actual, informando sobre el peligro y rechazando la introducción de semillas transgénicas, que ponen en peligro y desmedro nuestras semillas nativas.

POR TODO EL ESFUERZO DE LOS AGRICULTORES CAMPESINOS Y PRODUCTORES AGROECOLÓGICOS, POR NUESTRO TRABAJO A FAVOR DEL AMBIENTE Y COMPROMISO CON LA DEFENSA DE LA VIDA, LA SALUD, LA PROTECCIÓN DE LOS SISTEMAS DE VIDA DE LA MADRE TIERRA, EXPRESAMOS NUESTRO RECHAZO CONTUNDENTE, ACTIVO, SOBERANO Y PERMANENTE AL D.S. 4232 que pretende otorgar vía libre en todo el territorio nacional para el ingreso y uso de semillas transgénicas de: Maíz, Caña de azúcar, trigo, Soya y de otras semillas.

NOS SUMAMOS AL PEDIDO CATEGÓRICO, RESISTENTE Y PERSISTENTE DE CAMPESINOS, PUEBLOS INDÍGENAS Y ORIGINARIOS, REDES JUVENILES Y MÁS DE UN CENTENAR DE INSTITUCIONES NACIONALES que como sociedad civil organizada, que estamos en Resistencia RECHAZA CATEGÓRICAMENTE EL INGRESO DE SEMILLAS TRANSGÉNICAS A BOLIVIA QUE SON SINÓNIMO DE MUERTE Y EXIGE LA ABROGACIÓN DEL NUEVO D.S. 4232, de los D.S. 3973, 3874 DEL PAQUETE DE NORMAS INCENDIARIAS (del Gobierno Anterior) para el ORIENTE Y LA CHIQUITANIA BOLIVIANA. POR QUE ESTOS DECRETOS Y NORMAS, SON INCONSTITUCIONALES, ATENTAN A NUESTRA VIDA, SALUD, MEDIO AMBIENTE, BIODIVERSIDAD, PATRIMONIO GENÉTICO; ESTÁN EN CONTRA DE LOS SISTEMAS DE VIDA DE LA MADRE TIERRA Y VULNERAN (transgreden/violan) SUS DERECHOS, GARANTÍAS Y DEL PATRIMONIO NACIONAL ESTRATÉGICO, que son PRECEPTOS ESTABLECIDOS Y PROTEGIDOS POR NUESTRA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO PLURINACIONAL DE BOLIVIA Artículos 13; 15; 16; 18; 30 párrafo II incisos 7), 10), 15), 16), 33) ; Articulo 109 párrafo I; Articulo 110 párrafo II; Artículos 112; 124 párrafo I inciso 2) COMETE delito de Traición a la Patria “quien viole el régimen constitucional de recursos naturales”; Articulo 348 “recursos naturales son: los minerales .., hidrocarburos, el agua, aire, el suelo, el subsuelo, los bosques, la biodiversidad… Párrafo II los recursos naturales son de carácter estratégico y de interés público para el desarrollo del país”; articulo 255 Relaciones internacionales párrafo II numeral 6) preservación del patrimonio y 8) Seguridad y soberanía alimentaria para toda la población, PROHIBICIÓN DE IMPORTACIÓN, PRODUCCIÓN, COMERCIALIZACIÓN DE ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS que dañen la salud y el medio ambiente; Artículos 351 párrafo III; 373; 376; 380 Biodiversidad; 381; 382; 386; 387; 407 numerales 1), 3), 6), 11), 12) y 410. Así mismo el D.S. 4232 vulnera/viola nuestro Normativa Ambiental: Ley No 1333 del Medio Ambiente y sus reglamentos; Ley No 071 de los Derechos de la Madre tierra; Ley No 300 Marco de la Madre Tierra y desarrollo integral para vivir bien; Ley No 3525 que promueve la producción agroecológica; y la Vulneración del Protocolo de Cartagena.

Es hora de que el Gobierno actual, priorice la vida y no se aproveche de la pandemia para favorecer a sectores agroindustriales que lo único que persiguen es generarse riqueza mediante la exportación y explotación de los recursos naturales de todos los bolivianos.

Exigimos a los Legisladores y principalmente a los miembros del Comité de Medio Ambiente, Cambio Climático, Áreas Protegidas y Recursos Naturales, interponer la acción de inconstitucionalidad de este Decreto por vulnerar la CPEP y otras normas vigentes en el país y principalmente por atentar al patrimonio genético, legado de nuestros ancestros.

Bolivia, 08 de Mayo de 2020
Magdalena Medrano Velasco

Directora Ejecutiva

PAAC

imagen paac

 

No, ¨La Ciencia¨ no ha confirmado que los transgénicos son seguros

No, ¨La Ciencia¨ no ha confirmado que los transgénicos son seguros

Hace pocos días, El País publicaba un artículo titulado “La ciencia confirma que los transgénicos son igual de sanos que el resto de alimentos”, que comentaba el último informe de la National Academy of Sciences, titulado “Genetically Engineered Crops: Experiences and Prospects”. Sin embargo, una vez más, el informe pinta un panorama muy diferente al de los titulares.

No, ¨La Ciencia¨ no ha confirmado que los transgénicos son seguros

[Nota: dado que la mayoría de la cobertura al informe de la NAS, incluida la del País, se han centrado en los efectos para la salud, que parece ser el tema más preocupante para una mayoría y que el presente artículo ya es suficientemente largo como es, este se centrará en la parte del informe que trata dichos efectos para la salud, sin entrar en aspectos ambientales, agronómicos o en la evaluación de las nuevas técnicas de mejora vegetal]

Para empezar, la NAS no mantiene una posición “paraguas” respecto a la seguridad de los transgénicos, dado que reconoce, como tantos otros organismos internacionales, que hacer algo así es imposible dado que la misma técnica puede producir efectos diferentes e impredecibles en cada caso. El comité señala que se le ha solicitado enérgicamente una respuesta al público sencilla, general y autoritaria respecto a los cultivos transgénicos, y que dada la complejidad de las cuestiones relativas a la ingeniería genética, no les ha parecido apropiado darla. A continuación, en un documento de más de 400 páginas, el comité desarrolla su visión al respecto que, si bien resulta más favorable al uso de OMG en agricultura que la de la mayoría de grupos ecologistas, es también muchísimo más conservadora que la de muchos de sus defensores (incluido El País). En lugar de “la ciencia ha confirmado que los transgénicos son seguros”, el informe podría haberse resumido como “no hemos encontrado lo que no hemos buscado”.

Cabe reseñar que la posición del comité, a juzgar al menos por los procedimientos descritos en el documento, destaca por su respeto a las distintas visiones en lo referente a un tema tan complejo, así como el esfuerzo activo por evitar distintos tipos de sesgos posibles. No obstante, un sesgo importante que conviene tener en cuenta al leer el documento es el de la relación de varios de sus miembros con importantes empresas biotecnológicas y sus organizaciones asociadas, empezando por la propia directora del estudio, Kara Laney, que trabajó anteriormente en la International Food & Agricultural Trade Policy Council (financiada por Monsanto); la organización Food and Water Watch recoge relaciones laborales pasadas de al menos doce de los veintidós miembros que han participado en el comité con las principales empresas biotecnológicas mundiales u organizaciones financiadas por estas.i Sin ser esta una posición que desmerezca a los autores del estudio, sí es una que debe ser conocida por quienes nos acercamos a él.

El informe de la NAS, al igual que en otras ocasiones, presenta un notable efecto “sándwich”: varios capítulos señalando posibles riesgos y problemas percibidos, limitaciones de las investigaciones hasta la fecha y motivos para la precaución, rodeados por un capítulo inicial y final que muestran una visión mucho más favorable, que suele ser la rescatada, sin matices, por los principales medios de comunicación y agencias de relaciones públicas.

Este efecto viene señalándose ya desde el informe de la NAS de 1989, que fue utilizado a su vez para justificar un consenso científico sobre la seguridad de los transgénicos, incluso cuando el texto en sí limitaba su propio alcance a los cultivos y microorganismos experimentales de EEUU (sin incluir siquiera Hawaii o Puerto Rico, al encontrarse fuera del continente): este era un documento, además, que consideraba únicamente los posibles efectos ambientales, dado que no existían estudios sobre los posibles efectos para la salud. Esto no impidió que numerosas fuentes ampliasen este ámbito a la generalidad de aplicaciones de la ingeniería genética, que quedaban desde entonces bautizadas por “la ciencia” como “seguras”.

La ampliación artificial de las áreas de consenso científico viene dándose desde que surgieron las primeras aplicaciones de la ingeniería genética: ya en 1981 había quien decía que los transgénicos en general eran seguros y que había consenso al respecto, incluso cuando sólo se había llevado a cabo un experimento con una cepa debilitada de E. coli e incluso este había suscitado sospechas.ii La afirmación de que el consenso científico respecto a la seguridad de los transgénicos es total continúa hasta nuestros días, aun siendo esta manifiestamente falsa. Un manifiesto firmado por cientos de científicos a nivel mundial pone de relieve que (incluso aunque estuvieran equivocados al dudar sobre la seguridad de los transgénicos) el supuesto consenso científico no existe.iii

La falta de ensayos pre-comercialización que pudieran limitar los efectos imprevistos derivados de la transgénesis fue tal que la primera autorización para el cultivo a campo abierto de un tipo de maíz transgénico, en el año 1980, se otorgó años antes de que se hubiera conseguido la primera planta de maíz transgénica (no digamos realizar ensayos con ella).iv En los inicios de esta tecnología abundaban quienes argumentaban que la naturaleza estaba ya tan regulada que no había nichos para organismos nuevos, por lo que cualquier OMG moriría sin intervención humana, que los transgénicos agrícolas serían incapaces de cruzarse o que cualquier microorganismo o virus modificado genéticamente sería seguro si el parental era seguro.v Al igual que hoy, muchas de estas afirmaciones se realizaban sin que existiesen estudios que las respaldasen (y han demostrado, con el tiempo, ser falsas).

La falta de consenso científico y la posibilidad de efectos inesperados debido al proceso de ingeniería genética son aspectos reconocidos y tratados por el informe. Respecto a estos efectos inesperados, al igual que en su anterior informe, señala que estos también pueden darse en algunas técnicas consideradas dentro de la mejora convencional, como sería la mutagénesis inducida por radiación o exposición a sustancias químicas mutagénicas (en adelante, mutagénesis).

Esta es una técnica cuya utilización se remonta a mediados del siglo XX, muy ligada a la generación de nuevas variedades de élite desde la Revolución Verde, y cuyos posibles efectos adversos no han sido estudiados. Al redactar la Directiva sobre OMG 2001/18 la UE determinó que estos organismos se consideraban OMG, pero que no era necesario que se los sometiera a ensayos pre-comercialización ni que fueran etiquetados debido a su historial de uso seguro. Si esa decisión fue adecuada, si se puede considerar 50 años como un historial de uso seguro y si sería posible después de este tiempo evaluar los posibles efectos que hayan tenido estos cultivos es algo que escapa al ámbito de este artículo.vi En cualquier caso, el informe de la NAS de 2004 señala que tanto la mutagénesis como las distintas técnicas utilizadas para la transgénesis provocan cambios por todo el genoma a niveles mucho mayores que otras técnicas de mejora vegetal “clásica”. Resulta confuso que en algunas afirmaciones se meta en el mismo saco a toda la mejora vegetal (incluyendo mutagénesis, que da lugar a OMG), habiendo como hay una diferencia tan grande entre una técnica y todas las demás.

El informe identifica dos fuentes de diferencias no intencionadas relacionadas con la ingeniería genética que podrían afectar a la seguridad alimentaria:

Efectos imprevistos de los cambios genéticos introducidos sobre otras características del alimento (por ejemplo, la presencia o aumento de un compuesto en la célula vegetal puede provocar cambios en el metabolismo de la planta que afecten a la abundancia de otros compuestos)

Efectos imprevistos asociados con el proceso de ingeniería genética (por ejemplo, cambios en el ADN resultantes de la fase de cultivo celular).

Es decir, el rasgo que se introduce puede tener más efectos de los que se esperaba que tuviera, o el propio proceso de transformación de la planta y cultivo celular puede producir cambios en otros lugares del genoma.vii Al referirse a los cambios derivados del cultivo celular, el informe hace referencia tanto a cambios genéticos como epigenéticos: resulta interesante señalar que, al igual que hace unos años no nos habríamos planteado el detectar este tipo de cambios epigenéticos (es más, lo que aún sabemos sobre epigenética parece ser, según los propios investigadores, sorprendentemente pocoviii) es posible que haya nuevos “niveles” enteros de regulación que aún no hemos descubierto, y respecto a los cuales, evidentemente, no es posible medir los impactos con la técnica actual.

Dado que estos efectos pueden producirse al utilizar estas técnicas, la siguiente pregunta lógica es si nuestros métodos para detectarlos y evitarlos son suficientes. La idea de que los alimentos transgénicos están analizados de una forma muy estricta y exhaustiva está muy extendida; sin embargo, los controles realizados en la actualidad tienen deficiencias no corregidas, que el informe señala. Algunas de ellas son:

Al hablar de un caso concreto de evaluación de un cultivo Bt, señala que no es la EPA (organismo gubernamental) quien realiza los ensayos, sino que los realiza la empresa y le envía a la EPA sus resultados (lo mismo ocurre en la UE con la EFSA). Los datos brutos de este tipo de estudios no son publicados ni están disponibles para la comunidad científica y el público general. De hecho, el comité señala que ni siquiera ellos han tenido acceso a estos datos (que están protegidos por secreto comercial). (Comentario al informe: esto implica que para que se hubieran encontrado efectos adversos en un ensayo pre-comercialización sería la propia empresa la que tendría que haber detectado este efecto, haberlo reconocido, registrado y enviado a la agencia gubernamental correspondiente. Esto no tendría ningún sentido desde un punto de vista comercial. Lo más lógico sería que si un producto hubiese mostrado algún efecto adverso en los ensayos pre-comercialización la empresa simplemente hubiese retirado la solicitud, y nunca nos hubiese llegado noticia de este efecto; o, si este efecto hubiera sido sutil y no detectado por los métodos utilizados [o escogidos] que el producto hubiese pasado los ensayos y entrado a la cadena alimentaria.)

Los protocolos aceptados internacionalmente utilizan muestras pequeñas con un poder estadístico limitado, que podrían no ser capaces de detectar diferencias entre tratamientos o encontrar diferencias estadísticamente significativas que no se consideren biológicamente relevantes.

Los datos procedentes de estudiar al ganado vacuno durante largos períodos de tiempo, aunque no señalan efectos adversos, no pueden servir como estudios de posibles efectos en los humanos en períodos crónicos, entre otras cosas por ser estos animales sacrificados jóvenes.

Respecto a la evaluación a priori de cambios en los niveles de sustancias tóxicas “conocidas”: “se comprenden las propiedades tóxicas de algunos compuestos vegetales, pero la mayoría no han sido estudiados”.

La detección de alergias a proteínas nuevas (tanto producidas por el gen introducido como por un gen diferente que haya sido modificado durante el proceso de transformación/cultivo celular) no puede garantizarse con los métodos utilizados actualmente, para lo que serían necesarios estudios post-comercialización.

En los estudios realizados se han encontrado diferencias entre los animales alimentados con pienso que contenía transgénicos y los alimentados con piensos que no los contenían; estas diferencias eran estadísticamente significativas (es decir, no se debían al azar sino al tratamiento), pero no se consideraron biológicamente relevantes. Sin embargo, no se había definido de antemano qué se consideraría “biológicamente relevante”, y no se calculaba la potencia estadística de los estudios. Las diferencias encontradas podrían haber significado que existían efectos adversos, pero la metodología no permitía detectarlos. Es decir, el informe está en lo correcto al decir que “no se han detectado efectos adversos” (y también los titulares), pero también señala que esto no quiere decir que no existan. En uno de los casos que describe el informe, de hecho, se realizó un ensayo de alimentación con un tipo de arroz en el que se había introducido un gen para una proteína de toxicidad conocida (como control positivo), sin que se detectaran efectos adversos. Ante esto, el informe señala la necesidad de realizar más estudios con una metodología corregida: los estudios realizados hasta la fecha, aunque no se puede decir que señalen efectos adversos, tampoco permiten obtener datos concluyentes respecto a seguridad.

Con los datos y estudios disponibles actualmente no pueden obtenerse conclusiones sobre los posibles efectos a largo plazo en la población humana. Aun así, y debido a la preocupación detectada en los testimonios recogidos, el comité se preocupa de utilizar los datos disponibles (que, señala, son insuficientes y no pueden utilizarse para obtener datos concluyentes) para detectar posibles cambios en la incidencia de distintas enfermedades crónicas. No obstante, tal y como señalan, esta es una aproximación muy somera a la detección de estos problemas. Para detectarlos en la realidad harían falta estudios post-comercialización que controlasen un gran número de variables, intentando que la única diferencia entre unos grupos y otros fuera el consumo o no de alimentos (o de un determinado alimento) transgénicos.

Varios de estos comentarios, pero especialmente este último, nos llevan al que podría ser uno de los puntos clave de la disensión: los estudios que se están haciendo no son adecuados para poder garantizar la seguridad (entendida como un nivel de garantía similar al que hemos tenido con los alimentos no obtenidos mediante técnicas con una probabilidad alta de generar efectos imprevistos), pero garantizar la seguridad estaría entre muy caro e imposible. En varios puntos del informe se habla sobre “riesgo aceptable”: ¿quién decide qué riesgo está dispuesta a aceptar una población? ¿es esta una decisión necesariamente científica? Es lógico que la decisión debe apoyarse en datos científicos, entre otras cosas, pero esto no implica que todo el proceso de toma de decisiones se encuadre en este ámbito.ix)

La postura del informe, y donde se desmarca de la postura ecologista, es que ante esta situación lo mejor que podemos hacer es seguir comercializando estos alimentos como hasta ahora, poniendo quizá algunos medios técnicos más para detectar esos posibles efectos adversos, y esperando que si detectamos alguno de estos efectos el alimento se pueda retirar. Este balance precaución-riesgo ha sido el que se ha escogido durante años, y el que se ha seguido con pesticidas, sustancias químicas de síntesis, etc. El siglo XX recoge varios casos de productos y tecnologías para las que los científicos “no detectaban efectos adversos” (a veces de forma honesta y a veces no), y que eran buenas hasta que dejaron de serlo. Con los propios transgénicos, este balance es el que ha llevado a situaciones como la de la proliferación de malas hierbas tolerantes a glifosato como la que señala el informe, o a casos de propagación de transgenes en la naturaleza “que nunca iban a ocurrir”. Es el balance (salvando las distancias) que nos ha llevado a no reconocer globalmente el cambio climático hasta muy tarde.

Una visión alternativa sería la de limitar estas técnicas a ámbitos confinados (con niveles de confinamiento, control e información verdaderamente efectivos), en donde la investigación científica pueda llevarnos a un escenario en el que conozcamos lo suficiente los sistemas vivos como para que esos efectos “imprevistos e impredecibles” dejen de serlo. En estos ámbitos confinados, las consecuencias de utilizar un OMG, buenas y malas, afectarían sólo a quien toma la decisión de utilizarlo (por ejemplo, un enfermo que quiere utilizar insulina producida por un organismo recombinante). Mientras tanto, existen alternativas para que la agricultura pueda avanzar y hacer frente a los desafíos que tenemos por delante, sin necesidad de arriesgarnos a sumarle a estos desafíos el tener que seguir apagando fuegos.

Notas
I Más información y referencias en Food & Water Watch, “Under the Influence: The National Research Council and GMOs”. Mayo de 2016. Disponible en: http://www.foodandwaterwatch.org/sites/default/files/ib_1605_nrcinfluence-final-web_0.pdf
ii Ver minutas del Large Scale Review Working Group of the RAC, 22 de abril de 1981, in US Department of Health and Human Services (1982)
iii ENSSER, “No scientific consensus on GMO safety”. http://www.ensser.org/increasing-public-information/no-scientific-consensus-on-gmo-safety/
iv Jones, Mary Ellen. “Politically corrected science: The early negotiation of US Agricultural Biotechnology Policy”, Virginia Polytechnic Institute (1999), 63.
V Entrevista con el Dr. Arnold Foudin, Vicedirector de Autorizaciones en Biotecnología de APHIS, USDA, Washington (1997) citado por Jones, op.cit.
vi Para un desarrollo más largo de esta cuestión, así como referencias al respecto, consultar http://www.observatorio-omg.org/mitos-y-realidades-de-los-omg/1-t%C3%A9cnicas-de-ingenier%C3%ADa-gen%C3%A9tica/mito-13-la-transg%C3%A9nesis-no-es-m%C3%A1s
vii Para un desarrollo más largo de esta cuestión, así como referencias al respecto, consultar http://www.observatorio-omg.org/mitos-y-realidades-de-los-omg/1-t%C3%A9cnicas-de-ingenier%C3%ADa-gen%C3%A9tica/mito-12-la-ingenier%C3%ADa-gen%C3%A9tica-es
viii Ledford, Heidi. Epigenetics: The genome unwrapped. Nature 528, S12–S13 Disponible en: http://www.nature.com/nature/journal/v528/n7580_supp/full/528S12a.html
ix Este tema ha sido ampliamente debatido en otros lugares. Una reflexión interesante puede encontrarse en el documento \\\\\\\\\\\\\\\»Textos para un debate en Cuba\\\\\\\\\\\\\\\», disponible gratuitamente en http://www.observatorio-omg.org/content/textos-para-un-debate-en-cuba

Ecoportal.net

RALLT

http://www.rallt.org/

No, ¨La Ciencia¨ no ha confirmado que los transgénicos son seguros

Transgénicos: productores observan ley de etiquetado

Transgénicos: productores observan ley de etiquetado

Economía
  • Un campo de soya en Santa Cruz. El 95% de los cultivos de soya en Bolivia proviene de semilla transgénica. | Los Tiempos
Publicado el 07/06/2016 a las 1h15

Representantes de productores piden conocer el fundamento técnico del decreto que establece el etiquetado progresivo de alimentos que contengan o deriven de transgénicos y dudan de la capacidad logística del Gobierno para controlar que se cumpla la norma. Además, temen que se reduzca el consumo de los productos que serán etiquetados, debido al infundado temor que se genera en torno al tema.

La semana pasada fue aprobado el reglamento del Decreto Supremo 2452, de julio de 2015, que establece la obligación de poner etiquetas de color amarillo a los alimentos que contengan o deriven de Organismos Genéticamente Modificados (OGM), tanto a los producidos en el país como a los importados. La norma entra gradualmente en vigencia hasta  2018.

El pollo está entre los alimentos a ser etiquetados porque es alimentado con grano transgénico. “Tienen que demostrar que tienen (OGM), no es cuestión de lanzar irresponsablemente un anuncio de esa naturaleza, es demostrando química y tecnológicamente para ver si es real o no”, afirmó el asesor general de la Asociación de Avicultores (ADA) de Cochabamba, Fernando Quiroga.

Bajo esta norma, el cerdo y las vacas lecheras también tendrían que contener la etiqueta amarilla de alerta OGM.

Sobre el tema, el presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Reynaldo Díaz, explicó que la norma amerita un mejor tratamiento técnico porque se hará una advertencia sin que existan elementos científicos que respalden si los OGM causan daños a la salud.

Tanto Díaz como Quiroga expresaron su temor porque la norma derive en una caída de la demanda de alimentos nacionales. Díaz hizo notar que la ley incide en productos de consumo masivo, subsidios y desayunos escolares y Quiroga añadió que el etiquetado de los productos generará “cierta susceptibilidad” en el consumidor y, por tanto, una disminución en las ventas.

Por su parte, la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), tenía programada una reunión anoche para analizar los fundamentos legales de la norma. “No está claro el tema legal, incluso hasta las camisas que son de algodón tendrían que tener el etiquetado”, cuestionó su presidente, Julio Roda.

Según la ministra de Medio Ambiente y Aguas, Alexandra Moreira, el reglamento establece que es para productos de “consumo directo”.

 

TEMEN COMPETENCIA DESLEAL

El gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, explicó que el Decreto Supremo 2452, que exige la inclusión progresiva del etiquetado de alimentos producidos en el país o importados que contengan o deriven de Organismos Genéticamente Modificados (OGM), generaría competencia desleal sino se aplica con la misma rigidez para los productos importados.

“¿Qué pasa si es que los productos importados, legal o ilegalmente, no van a estar diferenciados con esta etiqueta amarilla en el mercado?”, cuestionó y dijo que se espera que no suceda lo mismo que con la ropa usada, para la que existe una prohibición que no se cumple.

Añadió a los cuestionamientos que falta la logística sobre cómo se procederá con los productos que no cumplan con el etiquetado.

El presidente de Anapo, Reynaldo Díaz, puso en duda que el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) tenga la capacidad para controlar el etiquetado en los productos importados.

“El consumidor se va a encontrar en el mostrador de un supermercado con productos nacionales que van a estar etiquetados y con productos extranjeros que se consumen masivamente, que contienen OGM y que no van a tener ninguna advertencia”, dijo, para señalar que habrá competencia desleal.

Nuevos estudios impulsan pedido de transgénicos

Nuevos estudios impulsan pedido de transgénicos

Economía
  • La especialista del IBCE, Ceclia González, ayer en conferencia de prensa. | APG
Publicado el 21/05/2016 a las 1h15

LOS TIEMPOS y AGENCIAS

El Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) resaltó ayer los recientes estudios de la Academia de Ciencias de EEUU, la OMS y la FAO, que develan que los cultivos genéticamente modificados (transgénicos) y el herbicida glifosato no afectan a la salud y demandó permitir su uso en Bolivia. El Gobierno dijo no conocer aún esos estudios, pero se declaró “abierto al debate”.

La especialista en agrobiotecnología del IBCE, Cecilia González, provista de los estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Academia de Ciencias de Estados Unidos, demandó al Gobierno permitir el uso de los transgénicos dado que se evidenció que no hacen daño a la salud.

El pasado 16 de mayo de 2016, los dos primeros organismos internacionales presentaron un Informe conjunto sobre residuos de pesticidas en el agro, dando cuenta que el criticado herbicida “glifosato” no es cancerígeno.

Solo un día después, la Academia presentó el estudio “Cultivos Genéticamente Modificados: Experiencias y Perspectivas”, que avala la seguridad de los llamados transgénicos, sin hallar evidencia de daño a la salud humana o al medio ambiente.

“El comité de 20 miembros revisó 900 estudios científicos sobre este tipo de cultivos, focalizados en el maíz, algodón y soya. El estudio da cuenta que los agricultores que utilizaron semillas genéticamente mejoradas obtuvieron un mejor resultado económico por la disminución del uso de pesticidas y el aumento de su producción”, informó la experta.

González remarcó que los estudios “echaron por la borda” mitos construidos en torno a estos cultivos a los que hasta hace poco se los asociaba con el cáncer y con daños al medio ambiente.

“El Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras debe reactualizarse para ver cómo usar estas biotecnologías de mejor manera para el país, además de la parte de la bioseguridad porque no es usar cualquier cultivo modificado que puede causar daño”, dijo.

Ante el ingreso clandestino de semillas genéticamente modificadas y empleadas en algunas zonas del oriente y el chaco bolivianos, González dijo que es necesario contar con una reglamentación para la implementación de la biotecnología y el uso correcto de cultivos.

“Lastimosamente Bolivia quedó atrás (…) Hay que ver cómo usar la biotecnología, recuperar 10 a 20 años que nos quedamos estáticos y cómo lo vamos a usar porque hace 10 o 15 años no había esta información tan contundente”, manifestó.

Según la especialista, si Bolivia no avanza en el uso de la biotecnología, los cultivos se mermarán más, como consecuencia no sólo del cambio climático, sino también del ataque de plagas, como se vio en la última cosecha de arroz y maíz con pérdidas de hasta el 30 por ciento.

 

GOBIERNO RESPONDE QUE NO SE CIERRA AL DEBATE

La viceministra de Desarrollo Rural y Agropecuario, Marisol Solano, declaró ayer que el Gobierno no conoce oficialmente los estudios sobre organismos genéticamente modificados, aunque aclaró que los solicitará para el análisis y que no se cierra al debate sobre el tema. Solano hizo estas declaraciones consultada por este medio a propósito de la demanda realizada en conferencia de prensa por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).

“No es sólo el IBCE. Son muchas las organizaciones que piden reglamentar el uso. La posición del Gobierno hasta ahora ha sido contraria a los transgénicos, pero eso no significa que no estemos abiertos al debate”, dijo, aunque reconoció que aún no hay fecha ni convocatoria oficial para ello. Hasta ahora, el Gobierno permite el uso de transgénicos sólo en el caso de una especie de soya, pero los empresarios agropecuarios piden ampliarlo a otros cultivos.

En Internet, la plataforma estadounidense Food & Water Watch puso en duda la veracidad del informe de la Academia de Ciencias. Sus “lazos con compañías de tecnología y otras corporaciones de agricultura son tales que han creado conflictos de intereses en todos los niveles de la organización, lo que reduce la independencia e integridad del trabajo científico”, explica.

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