Gamaliel, el refugio donde 90 mascotas esperan una familia
La vida de Ramoncito dio un giro un lunes, era 24 de abril, cuando unas personas se detuvieron al verlo paralizado en medio de la avenida del Circuito Bolivia, una de las de mayor tráfico de la ciudad de Cochabamba. Se trataba de un perrito, un abuelito, que ya no se podía mover.
Sin más un joven, paró un taxi y subió al perrito. En 10 minutos llegaron al refugio Gamaliel, el centro que se habilitó en el hipódromo después del desastre en Tiquipaya para acoger a las mascotas que en un abrir y cerrar de ojos se quedaron en la calle, como sus dueños.
El abuelo llegó en brazos del joven que ayudó a rescatarlo. Las voluntarias atendieron al recién llegado en la puerta, lamentaron que el refugio esté lleno, con 90 mascotas, y que estas historias de abandono se repitan todos los días.
Al verlo pensaron que fue atropellado. Además, notaron que estaba sediento, adolorido y hambriento. Después del primer sorbo de agua pareció recobrar algo de fuerzas hasta la llegada de un veterinario. Luego, se alimentó y ahora recibe tratamiento contra los golpes y vitaminas. Como cada uno de los 90 perros del refugio espera que alguien lo adopte o reencontrarse con su dueño. “Se merece comida tibia cada día y sobre todo caricias”, dijo una de las voluntarias.
Snoopy fue una de las pocas mascotas afortunadas que se reencontró con su dueña después de dos meses del desastre, que el 6 de febrero sepultó decenas de casas, unas 112. De hecho el refugio lleva el nombre de Gamaliel Rojas, el niño de 12 años que murió en Juventud Chilimarca cuando intentaba salvar a sus mascotas.
El proyecto Narices Frías rescató entonces 14 perros, cuyos dueños se quedaron sin casa por el aluvión. Snoopy era uno de ellos. “Es un perro faldero que de un día para otro resultó en un refugio, durmiendo a la intemperie, comiendo comida que antes no probó y sin el cariño de sus dueños”, contó María Luisa Bustamante.
Después del desastre y la separación de su dueña, la mascota se deprimió. “Se volvió rebelde, no sabía comportarse en manada, se peleaba con todos.
Incluso se escapó una vez”, añadió. Su dueña lo venía a visitar, le traía comida y jugaba un rato, “pero tenía que irse, porque se quedó en cero, con lo que estaba vestida”. Finalmente, a fines de abril Snoopy se marchó del refugio, su dueña encontró donde llevarlo.
El proyecto Narices Frías, que tiene dirección en Facebook, alienta los rescates responsables. No basta con dejar una mascota en el refugio, se necesita darle atención.
Lo que más se necesitan son manos, voluntarios que ayuden a preparar la alimentación, padrinos para cubrir los gastos de gas y otros. También insumos veterinarios.
“Ahorita en lo que más estamos sufriendo es en la cocina, necesitamos padrinos de gas. La anterior semana hemos comprado tres garrafas y las tres se han acabado, día por medio terminamos una garrafa. Ahorita estamos con una que esperemos nos alcance”, contó María Luisa.
El refugio está ubicado en la avenida Beijing en el Hipódromo. El propósito es que haya más finales felices como el de Snoopy y contar con un servicio de veterinaria.
Convocan a voluntarios. El refugio Gamaliel necesita voluntarios. Hay flexibilidad en los horarios para colaborar en el cuidado.
INCIDEN EN TENENCIA RESPONSABLE
Ni el 1 por ciento de las mascotas está registrado en el Centro de Zoonosis, con el plan que se lanzó en 2015 para identificar a perros y gatos, ya sea con una placa o un chip.
Las campañas de esterilización llegan al 17 por ciento de la población canina, es decir, entre 1.000 y 1.700 mascotas. Se estima que hay 8.000 perros callejeros.
En Bolivia hay un perro por cada cuatro habitantes. A ello se suma que no hay consciencia para una tenencia responsable de mascotas.
La persona que desee colaborar con el refugio de Gamaliel puede contactarse a través del Facebook como el proyecto Narices Frías. También puede llevar donaciones directo al centro.